Mediados de los ochenta. Recuerdo con siete, quizás ocho años estar viendo una película sobre Mandela en la tele. La película terminaba con el protagonista en la prisión y unas letritas blancas, sobre fondo negro, informaba que el protagonista, el verdadero Mandela, seguía al día de hoy en prisión. Recuerdo preguntarle a mi padre quién era este Nelson Mandela y por qué estaba en la cárcel si en la película no había hecho nada que lo mereciera. No habia robado, no había matado. Incluso creo (esto no sé si es históricamente cierto) que en la película el actor que hacía de Mandela entraba voluntariamente en la prisión, dejando a su familia atrás. Mi viejo me explicó quién era Mandela, qué era el apartheid. Lo que me quedó fue que simplemente estaba en la cárcel por ser negro. Los hechos escapaban a mi ingenuidad de los siete, ocho años y el nombre Mandela quedó desde ese momento como un acertijo en mi mente.
No voy a decir que desde ese momento seguí su trayectoria o que su suerte me obsesionó pero a medida que yo crecía, el nombre Mandela adquiría nuevas significaciones. Luchador. Símbolo. Libre. Presidente. Leyenda. Imposible no relacionarlo con el mundial de Rugby de 1995 organizado en Sudáfrica. Como fanático del rugby, recuerdo haber visto la final entre el local y Nueva Zelanda, potencia indiscutible de este deporte, haciendo fuerza para que Lomu, el gran jugador maorí no venciera la resistencia sudafricana. A pesar de lo que puedan pensar, no estoy plagiando la mediocre película «Invictus», quizás resignificándola.
Indudablemente, el nombre Mandela ha marcado nuestra era. ¿Como no pensar que aquel, quizás mi primer contacto con la injusticia y la brutalidad del poder no plantaron una semilla que floreció con el tiempo? ¿Como no pensar que el acertijo Mandela no me haya enseñado a dudar, a desarrollar un pensamiento crítico? ¿Como no creer que me ha demostrado se puede luchar y vencer, incluso a los más poderosos?

Este 18 de julio, en el que se cumplen 100 años del nacimiento de Madiba, la editorial Malpaso publica «Cartas desde la prisión», la colección más completa de cartas del lider Sudafricano. Se trata de más de 250 cartas escritas desde la prisión, cartas íntimas a su esposa y a sus hijos que lo retratan como ser humano. Pero también cartas de un alto contenido ideológico a correligionarios y personalidades políticas internacionales que reflejan la profundidad de sus ideas. En mi caso puede que sea la pieza faltante para descifrar el acertijo Mandela. Para ustedes lectores, un verdadero tesoro que tal vez pueda ayudar a entender este mundo caótico e injusto.