Sumergirse en el infierno puede ser encantador. Claro está, si el guía adecuado nos lleva de la mano, evitando que nos quememos pero a la vez dejando que nos escaldemos solo lo suficiente para saber de qué se trata eso del «infierno». El horror, inconfundible, está expuesto pero el flujo narrativo no nos deja quedarnos a contemplarlo por mucho tiempo. El resultado es una combinación perfecta de entretenimiento y reflexión. Una novela de aventuras que es a la vez, «un hacha que rompe el mar de hielo que llevamos dentro» (la cita es de Kafka).
«The underground railroad» (es el título original en inglés) le da una vuelta de tuerca interesante al tema de la esclavitud en el sur de los EEUU durante la época previa a la Guerra Civil: al darle entidad real a una metáfora,(se llamaba «Ferrocarril subterráneo» a la red subversiva de blancos que estaban en contra de la esclavitud y que ayudaban a escapar a los esclavos fugitivos hacia los estados donde podían vivir libres) el autor se ofrece a ser nuestro Virgilio y a acompañar a la protagonista, Cora, en su intento de escapar a través de las diferentes etapas de lo que para los negros esclavos era el infierno: la América esclavista del siglo 18 y buena parte del 19.
Así es como las vías de ese tren fantástico, que corre bajo los estados esclavistas, aparecen frente a nuestros asombrados ojos. Sin embargo, el sistema no es perfecto, estaciones se abren y se cierran, hay líneas que no llevan a ninguna parte, a veces el final de un trayecto es peor que el anterior. La metáfora en este punto, se eleva a un nivel más elevado, a la vida misma.
Tampoco deberían escapársenos los múltiples puntos de contacto con nuestra era. Si en aquellos tiempos, los negros eran apenas el último engranaje del sistema (la revolución industrial que afloraba en Inglaterra necesitaba imperiosamente el algodón de las plantaciones esclavistas para fabricar tela), ¿no habría que preguntarse dónde está situado ese último engranaje ahora?. La respuesta es simple: está escrita en la etiqueta de tu ropa.