22 de Julio de 2020
La semana comenzó con los ecos de la muerte de Juan Marsé, hecho a partir de cual se puede agitar un poco el avispero del problema catalán (el de la independencia y todo aquello, ya casi olvidado por la advenimiento de la omnipresente Pandemia). Aún cuando escribe en español, creo que nadie podría tildar a Marsé de anti-catalán. En ese solo detalle se resumen las inconsistencias de la falsa dicotomia España – Cataluña. Poco más hay que decir, solo recomendar obras como «Últimas tardes con Teresa» (aunque el triángulo amoroso de la trama me recuerde a una telenovela de la siesta, el personaje de Pijoparte esta construido con maestría) o «El embrujo de Sanghai» (una novela de aventuras que lo tiene absolutamente todo, nazis y maquis incluidos). Marsé refleja la verdera dicotomía que subyace en el problema catalán, la de la burguesía rica de las ciudades frente al proletariado, que hoy quizás se haya deslizado al enfrentamiento campo vs ciudad. En última instancia, el problema de la Independencia – desde mi sesagado, ignorante y simplista – punto de vista debería solucionarse antes que nada, puertas adentro. Y nos movemos.
El recuerdo de Puig, uno de mis primeros amores
En mi adolescencia, pocos libros me impactaron tanto como «El beso de la mujer araña», quizás por ese principio en el que un preso le cuenta al otro películas (creo que la primera que le narraba era Cat People) quizás porque cuando comencé a leerla noté que se trataba de algo totalmente diferente. Recuerdo la sorpresa de ese inicio, la sensación de no entender nada, «¿acaso ESTO es la novela? ¿todo el rato va a ser uno contándole películas al otro?» Pero no, había más; un trasfondo de represión gubernamental e intolerancia sexual hacia lo diferente que funcionaba como una crítica y que tuvo el efecto de replantearme mis ideas. ¿Y por qué Puig? Porque en estos días se cumplieron 32 años de su muerte y la recuperación de este magnífico artículo de Tomás Eloy Martinez (escrito en el 97) lo definen tanto como estos titulares recientes de internet

«Creen que soy un best-seller pasajero, no un escritor. Lo mismo pasó con Roberto Arlt hace treinta años» se quejaba Puig en 1973 y creo que décadas después, aunque su figura es más reconocida sigue formando parte de una segunda línea difusa. Pero hay que leerlo, en mi caso evitar la tentación de releer «Boquitas pintadas» o «La tentación»….y acometer «La traición de Rita Hayworth», personaje que es casi casi su alter ego.
Otras lecturas
Finalmente me decidí a descubrir que es lo que atrapa tanto de Marlowe y la larga sombra de Raymond Chandler sobre la historia del policial negro. Me conseguí todas sus aventuras y ya estoy sumergido en un Los Ángeles en blanco y negro, con rufianes, mujeres fatales y asesinatos a diestra y siniestra. Y otra deuda, «De ratones y hombres» de John Steinbeck. La historia de George y Lenny, otro tipo duro de corazón blando que intenta sobrevivir junto a su amigo, retrasado mental, trabajando en diferentes ranchos durante la Gran Depresión. Poco más que agregar. Hemos aparcado al francés del artículo anterior por esta semana. Pero solo hasta la próxima.