Un poema de Miguel Hernández

Miguel Hernández

Uno de los grandes escritores españoles del siglo XX, junto a Federico García Lorca ocupa el panteón de grandes nombres cercenados por la Guerra Civil Española. Hernandez murió en prisión en el año 1942; era tal su afan de vivir que no pudieron cerrarle los ojos. Su amigo, el también poeta Vicente Aleixandre escribió: «No lo sé. Fue sin música. Tus grandes ojos azules abiertos se quedaron bajo el vacío ignorante,
cielo de losa oscura, masa total que lenta desciende y te aboveda, cuerpo tú solo, inmenso, único hoy en la Tierra
«.

Probablemente escrito durante su reclusión tras el final de la contienda, este poema de Miguel Hernández fusiona el dolor y la inceridumbre del encierro con una esperanza que no termina de esfumarse, «Soy una abierta ventana que escucha. por donde va tenebrosa la vida»

Yo creí que la luz era mía – Miguel Hernández

Yo que creí que la luz era mía
precipitado en la sombra me veo.
Ascua solar, sideral alegría
ígnea de espuma, de luz, de deseo.

Sangre ligera, redonda, granada:
raudo anhelar sin perfil ni penumbra.
Fuera, la luz en la luz sepultada.
Siento que sólo la sombra me alumbra.

Sólo la sombra. Sin astro. Sin cielo.
Seres. Volúmenes. Cuerpos tangibles
dentro del aire que no tiene vuelo,
dentro del árbol de los imposibles.

Cárdenos ceños, pasiones de luto.
Dientes sedientos de ser colorados.
Oscuridad del rencor absoluto.
Cuerpos lo mismo que pozos cegados.

Falta el espacio. Se ha hundido la risa.
Ya no es posible lanzarse a la altura.
El corazón quiere ser más de prisa
fuerza que ensancha la estrecha negrura.

Carne sin norte que va en oleada
hacia la noche siniestra, baldía.
¿Quién es el rayo de sol que la invada?
Busco. No encuentro ni rastro del día.

Sólo el fulgor de los puños cerrados,
el resplandor de los dientes que acechan.
Dientes y puños de todos los lados.
Más que las manos, los montes se estrechan.

Turbia es la lucha sin sed de mañana.
¡Qué lejanía de opacos latidos!
Soy una cárcel con una ventana
ante una gran soledad de rugidos.

Soy una abierta ventana que escucha.
por donde va tenebrosa la vida.
Pero hay un rayo de sol en la lucha
que siempre deja la sombra vencida.

Deja una respuesta