El río del tiempo – Jon Swain (1995)

En nuestra web de recomendaciones de libros cada vez nos hacemos más entusiastas del cruce entre la literatura y el periodismo. Hemos tenido la suerte de disfrutar de obras en las que la realidad (o parte de ella) se presenta con las técnicas de una obra de ficción.  «Operación Masacre» de Roberto Artl, «Magnetizado» de Carlos Busqued o  «La guerra no tiene rostro de mujer», de Svetlana Alexiévich podrían entrar dentro de esa categoría. «El río del tiempo» de Jon Swain, comparte estas características, aunque se debe hacer una salvedad: A diferencia de las obras mencionadas el libro de Swain tiene como materia prima la experiencia de primera mano del autor.

Jon Swain, un periodista al pié del cañon

El terreno en que se moverá el narrador es tan fértil como escabroso: narra sus vivencias como corresponsal durante el conflicto bélico de Vietnam. En la descripción de una guerra se puede caer tanto en los sensacionalismos y los golpes bajos como en su opuesto, un recuento frío de su desarrollo visto desde el punto de vista geopolitico. Swain se balancea con una sensibilidad sorprendente entre ambos. Su voz, cercana y contenida, se mantiene firme durante todo el relato y nunca suelta de la mano al lector. El autor se sostiene sobre todo en una extraordinaria capacidad para trasmitir el horror de la guerra a través de imágenes que hablan por sí mismas. Como lectores nunca dudamos de que nos enfrentamos a un testimonio honesto de lo que ocurrió allí. Swain no nos ofrece una visión totalizadora de la guerra sino que nos habla de su guerra. 

Jon Swain

Pero a pesar de tener en ciertos puntos un tinte autobiográfico, «El río del tiempo» no deja de ser un excelente texto para conocer en detalle qué ocurrió durante aquellos años en el sudeste asiático. No se tiene un verdadero conocimiento del alcance de este hecho histórico tan mediatizado (e incluso bastardeado) por el cine EEUU.  Pocos saben que el conflicto también se extendió al país vecino Camboya y que el resultado de la guerra tuvo consecuencias tan desastrosas para este país como para Vietnam.

La caída de Nom Pen, el caos en primera persona

En la obra, Swain rememora sus cinco años (1970 y 1975) como testigo privilegiado de un proceso que finalizaría con la muerte de millones de personas. La caída de Nom Pen, capital de Camboya, a manos de los Jemeres Rojos (que supondría el ascenso del sanguinario Pol Pot al poder) y la posterior expulsión de la gran mayoría de sus habitantes es el hecho que dispararía este verdadero genocidio. La descripción que el autor  hace de una ciudad agonizante y hundida en el caos es verdaderamente electrizante. Swain ofrece una crónica de aquellos momentos de incertidumbre sin dejar de lado aquellas pequeñas historias que nos ayudan a sumergirnos totalmente dentro de  la magnitud del desastre:

“Al anochecer aumentaron las escenas de caos y horror. Los intentos de confinar a los refugiados en las afueras habían fracasado y ahora convergían en el centro de la capital desde todas direcciones, abriéndose paso a empellones en su huida desesperada de los combates.
Una masa aterrorizada de familias sin hogar, niños llorosos y perdidos, cerdos, patos y gallinas invadió los cuidados paseos y los parques de flores aromáticas.”

“Me había quedado fascinado con una chiquilla que salió de una habitación pequeña y oscura. Era muy joven y de aspecto sucio y desastrado, pero su rostro era uno de los más encantadores que recuerdo. Se movía por el patio con toda la elegancia y la astucia de un animal salvaje, como una especie de niña loba. Nadie le hablaba, todos se de­sentendían de ella. Cuando saqué un pedazo de pan y algunos dulces hervidos, me los arrebató de la mano como haría un animalillo; luego, antes de correr a un rincón para comérselos, sonrió. Fue una sonrisa con la que soñaría durante mucho tiempo. Apenas conseguí averiguar nada de ella, salvo que la habían encontrado enajenada en una aldea en ruinas a orillas del Mekong. Ante el horror vivido, algo en su mente se había quebrado y no pronunciaba palabra desde entonces.”

Además del sudeste asiático, Swain también cubrió conflictos bélicos en Irak, Afganistán y los Balcanes.   En su página personal, jonswain.org se pueden acceder a algunos de sus artículos (aunque están en inglés). No deja de ser recomendable darse una vuelta e intentar, diccionario de por medio, acercarse a esta leyenda viva del periodismo.

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