Rio Revuelto – Joan Didion

Un disparo suena en medio de la noche. ¿Fórmula trillada? Quizás, pero también efectiva. Río Revuelto (Run River en el original) nos atrapa desde el principio. ¿Y que significa un disparo en medio de la noche sino tragedia? Didion nos muestra las cartas desde el comienzo: La travesía no será fácil.

«Lily oyó el disparo a las una menos diecisiete. Supo qué hora era con exactitud porque, en vez de mirar por la ventana la oscuridad donde el disparo todavía reverberaba, siguió abrochándose el cierre del reloj pulsera de diamantes que Everett le había regalado hacía dos años, para su decimoséptimo aniversario..»

Que sea Lily quien, en las primeras líneas, oye el disparo no es un acto caprichoso. Es a partir de su experiencia que se organiza el relato, una crónica de como el matrimonio de Lily y Everett, ambos descendientes de familias acomodadas de Sacramento, se va resquebrajando a lo largo de veinte años. Todo regado con grandes dosis de apatía, deseos incestuosos, infidelidades, muertes accidentales (algunas no tanto) y mucho, mucho bourbon.

El calor insoportable y el rio incesante, son otros de los elementos omnipresentes en una historia que se mueve a través de espasmos. Un ritmo somnoliento solo roto por acontecimientos tan extraordinarios como inevitables: Un casamiento en secreto, un nacimiento frustrado o la muerte de un familiar. Un destino trágico que todos cargan desde la cuna. Y el río, íntimamente ligado a las tragedias de la familia funciona como hilo conductor y como reflejo de la levedad de Lily, que como el río, solo fluye, éterea, a través de los episodios de su vida.

Justamente, y en relación a este personaje, se me ha hecho imposible despegar la imagen de Lily de la Joan Didion. Conscientes o no, las similitudes (su aparente fragilidad, un cierto aire distraído y una innata torpeza social) entre personaje y autora son inevitables. El hecho de que los ancestros de la Didion hayan estado (como los del personaje) entre los primeros colonizadores que llegaron a California, no hace sino acentuar esta sensación de que Lily es, en gran parte, un alter ego de la autora.

Y es que lo mejor de Joan Didion sale a la luz cuando a través de su prosa exorcisa sus demonios (¿Hace falta referirme aquí a  «El año del pensamiento mágico»?). Muchas veces se ha catalogado a esta novela, creo que erróneamente, como una obra menor de Didion. Más que una obra menor se trata de una obra debut, un relato donde la escritora parece estar probando el terreno, buscando sus propios límites y definiendo una voz propia. Una obra de base que le permitiría aventurarse después por nuevos cauces, arriesgarse en aguas más profundas y peligrosas.

 

 

 

 

 

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