Stieg Larsson. El Legado – Jan Stocklassa

Stieg Larsson

Jan Stocklassa podría ser un buen copycat. El término, en el ámbito policial, hace referencia a un homicida serial que imita el método de otro psicópata, por lo general muy conocido a raíz de su propio raid asesino. Se puede ser copycat de Charles Manson, de Ted Bundy o del Petiso Orejudo, por dar algunos ejemplos. Pero Stocklassa no es un asesino serial sino un periodista de investigación. Y aunque su labor de imitación tiene que ver con un asesinato, lo que intenta copiar es el estilo de escritura de otro periodista de investigación, bastante (mucho diría yo) más conocido como es Stieg Larsson. ¿Los nombres escandinavos te suenan todos iguales? Se trata del autor de «Los hombres que no aman a las mujeres», obra que marcó un punto de inflexión en la novela negra nórdica.

Olof Palme, un magnicidio sin resolver tras 30 años

Antes de consagrarse como escritor y de su repentina muerte a los 50 años, Stieg fue un reconocido periodista de investigación. Fundó la revista Expo, un medio se caracterizó por indagar y exponer las relaciones entre el poder político sueco y la extrema derecha de aquel país. A partir de «El Legado», también nos enteramos que uno de los temas que más obsesionaban a Larsson fue el asesinato de Olaf Palme en febrero de 1986. Este evento, nunca resuelto a pesar de que fue cometido en plena calle, de que la víctima era en ese entonces el primer ministro sueco y de que el asesino fue avistado por varios testigos, marcaría a fuego a esta sociedad , a menudo considerado como una de las más avanzadas del planeta.

Basándose en la impresionante cantidad de información recolectada durante años por Larsson y realizando nuevos descubrimientos por su cuenta, Stocklassa arriba a especulaciones bastante certeras que, siempre según su criterio, pueden ayudar a identificar a los responsables del homicidio. Por otro lado cabe preguntarse, ¿nos importa conocer quién mató a este referente político de un país tan ajeno a nuestra realidad? o ¿nos acercamos a esta historia desde una perpectiva lúdica, casi como si fuera una auténtica ficción policial? Está en el talento del Stocklassa el poder difuminar ese límite. Queda a juicio del lector el sacar sus propias conclusiones.

Jan Stocklassa, tras los pasos de Stieg Larsson

La obra está escrita con el, ya a esta altura clásico, estilo de investigación periodística ficcionalizada. Se estructura en dos partes bien diferenciadas. La inicial es una cuasi biografía de Larsson, en la que se describen tanto sus motivaciones y su obsesión con el trabajo, como su reacción, sus hipótesis y sus averiguaciones sobre el caso Palme. Si tenemos en cuenta que Stocklassa consultó a fuentes tan fiables como su expareja, antiguos compañeros de trabajo y un colega de la prestigiosa revista de investigación británica «Searchlight», podemos sentirnos tranquilos de que se trata de un retrato honesto y sin demasiado espacio para ensalzar sobremanera su figura. Para quienes disfrutamos de la trilogía «Millenium», es una lectura muy aconsejable. Entre otras cosas es posible jugar a detectar qué rasgos de su propia personalidad utilizó Larsson para el personaje de Blomkvist o descubrir que el periodista comenzó su tarea como diagramador en otro periódico.

Pero tras el gancho que significa sumergirnos en la vida de un autor de best sellers fallecido, Stocklassa debe meterse en el lodo para demostrar que está a la altura. Así es como en la segunda parte Stocklassa entra en la historia y nos va relatando, en clave de novela negra, su propia investigación que por momentos converge con la de Larsson y que por momentos adopta una dirección opuesta.

Sus inquisiciones lo llevarán a relacionarse con radicales extravagantes, políticos extremistas, femme fatales, exespías sin escrúpulos e incluso con una sucedánea de Lisbeth Salander. En general, la narración mantiene el ritmo y por momentos logra hacernos sentir la adrenalina del riesgo: como lectores no podríamos sentirnos verdaderamente implicados si no sintieramos que él estuvo en peligro. Aunque, yo me permitiría dudar de esto último. Sin embargo logra hilar , de una manera coherente y completa, la compleja trama de intereses que culminaron en la muerte de Palme, a la vez que identifica a dos o tres personas estar que según las pistas deberían estar relacionadas de manera directa con el ataque. Lo que queda pendiente es ponerle un rostro al asesino.

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