La novela ganadora del premio Man Booker 2019 nos lleva de vuelta al ultracatólico Gilead. Quince años después, “Los Testamentos” retoma la trama del visionario «El cuento de la criada», de Margaret Atwood. Recordemos que el relato finalizaba con un gran interrogante acerca de la suerte de Defred, una de las criadas confinadas a una vida de semi-esclavitud.
Tía Lydia, el poder detrás de Gilead
En esta secuela nos encontramos con tres narradoras en lugar de una, aunque todas están relacionadas con Defred: Agnes, su hija mayor sustraída cuando intentaban escapar a Canadá; Nicole, segunda hija de Defred nacida en Gilead, pero que ha crecido en Canadá tras ser “robada” por la Resistencia y finalmente la Tía Lydia, la poderosa y temible mujer a cargo del entrenamiento de las criadas, quien se ha convertido en algo así como una leyenda viviente del régimen :
“Solo los muertos tienen permitido tener estatuas, pero a mí me hicieron una en vida.(…) Mi estatua es grande como la vida misma, como suelen ser todas las estatuas, y me muestra más joven, más delgada y se me ve mejor de lo que me he venido sintiendo últimamente. Mis ojos están fijos en algún punto cósmico de referencia, lo que simboliza mi idealismo, mi inquebrantable dedicación al trabajo y mi voluntad de seguir adelante a pesar de los obstáculos”.
Sin duda las intervenciones de Lydia están entre lo mejor de la novela, pues además de revelarnos los claroscuros de su personalidad nos permiten completar algunas de las piezas faltantes para acercanos a la génesis de Gilead y entender la corrupción reinante detrás de escena.
Agnes y Nicole, hijas de una leyenda
En los capítulos dedicados en las adolescentes Agnes y Nicole, vemos como ambas comparten una cierta ingenuidad sobre el mundo, visión que va cambiando a medida que descubren sus orígenes. La descripción del sistema educativo ultraconservador contada por Agnes, es más que revelador sobre la ideología dominante:
“Lo que hacía mi padre en su estudio era muy importante, y estas cosas que los hombres hacían eran demasiado importantes para que las mujeres anduvieran metidas en el medio; ellas no eran capaces de pensar a lo grande pues tenían cerebros más pequeños según nos lo decía Tía Vidala, encargada de enseñarnos religión”.
A partir de estos testimonios el lector podrá ir reconstruyendo el destino final de Defred (sus seguidores pueden estar tranquilos pues tiene una pequeña participación) pero también irá comprendiendo qué fue lo que causó la caída de la República de Gilead. Aunque a “Los Testamentos” le faltan las sutilezas de “El cuento de la criada”, la trama gana en ritmo narrativo. Estamos ante un verdadero thriller que nos mantendrá atentos hasta las últimas páginas. Y sus revelaciones, ¡vaya si las hay!, sorprenderán a más de uno.