Es muy difícil perderse en el bosque de los libros. Los caminos están bien consolidados. Solo de vez en cuando se abre algún sendero desconocido, una huella que irá afirmándose para luego convertirse en una carretera transitada. Al leer «Lejos de Rueil» no avanzaremos por vías marcadas, tampocos por sendas que se abren paso. Queneau …